sábado, 7 de diciembre de 2013

Hello, dark wind.

Suspiros espesos como una noche sumergida en niebla. 

Sentir cómo el más mínimo elogio, reconocimiento, valoración, hace que se te salten las lágrimas.

Y recaer. Te lo dicen, te lo restriegan, te lo repiten una y otra vez. Asentir una y otra vez hasta que te den calambres.

No entender su incomprensión, sollozar cada vez que meten el dedo en la herida.

Volver a la rutina de la mirada perdida, de las preguntas retóricas y de zarandeos que astillan huesos.

Y un día, oscuro como los demás, aparezca quien pueda tener la infinita paciencia de gastar su tiempo en recoger trozos, limpiarlos, volverlos a soldar.

Una tarea ardua, lenta, pesada, pero que no le importe.

Que marque un antes y un después.

No hay comentarios:

Publicar un comentario